Esculturas



El Hombre Oxidado

 

  Cicatrices, herrumbrosas costuras de la piel. Secuelas de un hombre reciclado, forzado a la reconstrucción para poder revivir.

Un hombre fragmentado en mil pedazos, desmadejado, roto y despojado de su alma. La fatal consecuencia de una historia oscura que no debe ser contada jamás.

  No obstante, es precisamente de esa historia de donde surge la luz, la fuerza necesaria para recomponerse, de donde nace la energía imprescindible para reordenar los pedazos, encajar la maquinaria y extirpar el óxido, coser la piel para fortalecer y proteger el valioso interior que, con el tiempo, se convertirá también en fuente de luz.

  Se ha transformado en un hombre más fuerte merced a las costuras, a las cicatrices, a las manchas ferrujientas que le pigmentan la piel, a las arrugas que la surcan, frutos, ni más ni menos, de la vida misma. Un hombre que ha aprendido a observar en lugar de mirar, un hombre que mantiene los labios cerrados hasta que es el momento de abrirlos.

  Un hombre reciclado y renacido, con indelebles migajas de óxido, que guardará para sí y para siempre, un mínimo de oscuridad.

 

 

Texto: Jorge Henríquez González.